Vuelta a la carga!! tras unas semanas de vacaciones y descanso que espero que hayáis aprovechado, volvemos a la normalidad y con ella retomamos la actividad en este espacio tan fantástico que comparto con vosotr@s.
Seguramente que en este periodo vacacional en el que tanto tiempo has compartido con la familia, gente cercana, amigos y amigas, pareja, etc… te has enfrentado a eso que a veces tanto miedo nos da y tendemos a evitar. Y no, no me refiero a la báscula después de las comilonas y los excesos!! Me refiero a los conflictos. El conflicto en sí no es ni bueno ni malo, es un aspecto inherente a todas las relaciones humanas. No podemos librarnos de ellos! En la medida que las relaciones interpersonales se van haciendo más cercanas, hay más posibilidad de que surjan conflictos porque se comparten muchísimos más intereses y vivencias. Ten en cuenta que en las relaciones con otras personas aparece de forma simultánea la interdependencia y la diferencia. Es decir, somos interdependientes porque lo que hacemos normalmente afecta al menos a otra persona y al mismo tiempo somos diferentes porque cada quien tenemos nuestra forma de ver la vida, nuestras propias expectativas, necesidades, intereses, valores y proyectos.
El contexto sociocultural también determina los tipos de asuntos que generan conflicto y las formas en las que estos los expresamos, interpretamos y resolvemos. Seguramente en una pequeña aldea del continente africano cuyos habitantes trabajan en el campo, se den unos conflictos distintos a los que vivimos en la sociedad europea abatida por el estrés del día a día.
¿Por qué surgen los conflictos? Por distintos puntos de vista, fallos en la comunicación, estilos inadecuados de comunicar, diferencias de caracteres, presiones, discriminación, desigualdad, dependencia emocional, dependencia económica, etc… Como ves, surgen prácticamente por cualquier razón.
Los conflictos son oportunidades de aprendizaje (Aunque cuando aparecen nos parece difícil comprenderlo) ¿Para qué nos sirven?
1. Nos permiten reconocer los límites personales y las necesidades y los derechos de las otras personas.
2. Facilitan que las personas aclaremos lo que pensamos, sentimos y deseamos.
3. Ayudan a clarificar y establecer reglas en las relaciones.
No es muy extraño que tendamos a evitarlos. Tenemos miedo al rechazo, a perder a alguien importante o quizá no confiamos en nosotr@s mism@s o en la otra persona. Sin embargo, cuando no resolvemos los conflictos o cuando nos enfrentamos a ellos de manera poco efectiva, nos generan frustración, hostilidad, sentimientos destructivos contra nosotr@s mism@s o contra quien/es pensamos que es/son la fuente del conflicto. A largo plazo, generar malestar psicológico.
¿Cómo podemos resolverlos? Con comunicación efectiva. No obstante, para comunicarnos con el resto de personas, primero tenemos que comunicarnos con nosotr@s mism@s (y esto no suele ser sencillo). Resolver un conflicto requiere examinar nuestros pensamientos y sentimientos para encontrar la forma de expresarlos.
Te sugiero que…
- Digas cómo te sientes
- Escuches lo que la otra persona dice. Procura hacer algo más que oír, párate a escuchar.
- Aceptes las opiniones y sentimientos de la otra persona aun cuando sean diferentes. Un gran paso es respetar las diferencias.
¿Estás preparada/preparado para resolver un conflicto?